Construir un futuro lleno de posibilidades para todos es en definitiva una meta que podríamos alcanzar gracias al trabajo en conjunto de todos los sectores y la cohesión de nuestros propósitos corporativos con este ideal.

Nos quedan tan solo 10 años para alcanzar las metas contempladas en la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la cual nos plantea retos en Colombia como reducir la pobreza multidimensional al 8,4%; lograr que el 80% de la población tenga acceso a educación superior; disminuir en un 20% las emisiones de gases efecto invernadero; entre otros desafíos que, al ser superados, nos ayudarán a construir un país incluyente, reconciliado y en paz.

Motivados por estos retos, nos reunimos recientemente con líderes de organizaciones públicas y privadas en la ciudad de Bogotá y discutimos sobre el concepto de valor compartido, un término relativamente nuevo y que se define como una estrategia de gestión centrada en la creación de un impacto empresarial medible, mediante la identificación y la solución de los problemas sociales que se relacionan con nuestros negocios. En este contexto, nos gustaría compartir algunas reflexiones que nos dejó esta valiosa oportunidad.

En primer lugar, coincidimos en que las empresas en nuestro país vamos avanzando en la adopción del valor compartido como un modelo estratégico que nos permite alcanzar nuestros objetivos de negocio a la vez que contribuimos con el desarrollo y la transformación social de nuestras comunidades. Si bien no en todas las organizaciones se define el modelo con el nombre de valor compartido, sus principios sí se aplican y están siendo reconocidos como parte fundamental de cada una de las culturas organizacionales.

Resultó inspirador compartir iniciativas que, desde la academia, industria y sector público, aportan al desarrollo sostenible del país. Destacaron entre las experiencias compartidas algunas como el acercamiento de los jóvenes en zonas rurales a la tecnología, la ciencia y el comercio para que desde allí se incentive el progreso del campo colombiano; la inclusión social mediante la vinculación laboral de personas con discapacidad; la reducción de la pobreza desde la educación financiera y acercamiento a la ciencia; el cuidado del medio ambiente a través del desarrollo de programas de economía circular; la generación de oportunidades igualitarias, incentivando así el empoderamiento femenino, la equidad de género y la realización personal de miles de mujeres en Colombia.

Cumpliendo con los compromisos del desarrollo sostenible estamos dejando huella en el país y también estamos creciendo como compañías, y, mejor aún, si trabajamos en conjunto, lograremos llegar más lejos, impactar a más personas y lograr resultados en menos tiempo.

Como reflexiones finales, anotamos la necesidad de lanzarse a realizar pruebas piloto y a demostrarle a los directivos corporativos que el valor compartido como modelo estratégico tiene el potencial de mejorar la competitividad de las empresas. Asimismo, que todas las acciones, que se enmarquen en este concepto deben ser comunicadas no solo al exterior de la compañía sino también a los colaboradores, de manera que ellos tengan a la generación de valor compartido en su ADN y se comprometan con la construcción de un país más sostenible.

 

Por Lorena Salgado, Gerente Regional de Asuntos Corporativos de Belcorp.

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